«Lo que ahora me propongo procurarme a mí misma es sosiego»

ANTONIO ARCO
Viernes, 22 febrero 2019, 02:14

Mañana representa en el Teatro Romea la obra ‘Háblame’, escrita y dirigida por los murcianos Fulgencio Martínez Lax y Juan Pedro Campoy

María Garralón ha regresado a los escenarios para interpretar ‘Háblame’, del dramaturgo murciano Fulgencio Martínez Lax. / VENANCIO VALBUENA

Hay un nombre de barco mediterráneo que no olvidará nunca, ‘La Dorada’; y un actor del que tampoco podrá jamás olvidarse, Antonio Ferrandis, fallecido en 2000 y que dio vida a Chanquete, el pescador -con cierto toque carismático a lo Hemingway y un punto redondo de cervantina sabiduría popular a lo Don Quijote y Sancho- propietario de la citada embarcación; y hay una serie que ha visto media España, tirando por lo bajo, y que es historia de la televisión pública en España y patrimonio sentimental de todos los nacidos en los años 60, que se llama ‘Verano azul’ y que a comienzos de la década de los 80 alcanzaba audiencias de infarto. Pues bien, en ella, a las órdenes de Antonio Mercero -qué gran olfato para los grándes éxitos- una joven actriz interpretó el papel de su vida -la joven pintora Julia- y ya jamás se borró de los recuerdos de millones de españoles. Ella es María Garralón (Madrid, 1953), quien tras atravesar un episodio de cáncer que la alejó de los escenarios y de las cámaras, ha regresado al teatro con ‘Háblame’, la obra del dramaturgo murciano Fulgencio Martínez Lax que, dirigida por el también murciano Juan Pedro Campoy, que la coproduce con Alquibla Teatro, mañana se representará -a las 21.00 horas- en el Teatro Romea de Murcia. En escena, arropados por la escenografía de Alessio Meloni y la iluminación de Antonio Saura, actúan junto a María Garralón los también populares intérpretes Mariola Fuentes y Víctor Palmero -nada menos que Alba Recio en ‘La que se avecina’ (Telecinco)-.

Con María Garralón ya quiso contar hace unos años Juan Pedro Campoy, en su faceta de productor, para que interpretase a Bernarda en el montaje de ‘Ninette y un señor de Murcia’, de Mihura, que con gran éxito dirigió César Oliva. Y, de hecho, llegó incluso a comenzar los ensayos, que tuvo que interrumpir tras serle diagnosticado un cáncer de mama. La sustituyó entonces la gran Julieta Serrano, que por este trabajo logró en 2016 el Max a Mejor actriz de reparto. Pero Campoy no arrojó la toalla y, pasado el tiempo del tratamiento y llegado el momento de la normalidad, volvió a contactar con ella para convencerla de que aceptase darle vida a Adela en ‘Háblame’. Y aquí está, con esa capacidad suya para reflejar la ternura y la dureza de la vida que, en su versión española, recuerda a la inconfundible Janet Wright interpretando a Ethel Shatford en ‘La tormenta perfecta’, la película de Wolgang Peterson en la que aparece otro barco del que tampoco ya te olvidas: el condenado a las profundidades ‘Andrea Gail’ al mando del capitán Billy Tyne.

-¿Le siguen diciendo que usted es como de la familia?

-[Risas] ¡Sí, sí, y lo agradezco muchísimo porque a mí me gusta que me quieran! Y porque soy una persona agradecida. En eso tengo suerte, lo reconozco: me dedican palabras muy cariñosas.

-¿Cómo está?

-Ahora bien, pero las secuelas del cáncer me obligan a manejar mejor mis energías, así es que tengo claro que voy a procurar hacer solo cosas que me gustan, en esta especie de estado de placidez en el que estoy [risas], y alejar de mi vida, a nivel personal y a todos los niveles, las cosas que no me hacen bien. Yo ahora no quiero perder el tiempo en tonterías, ni olvidarme de saborear la vida cada día, disfrutando de las cosas bonitas que ésta te ofrece, que son muchísimas.

«Las secuelas del cáncer me obligan a manejar mejor mis energías, así es que tengo claro que voy a procurar hacer solo cosas que me gustan»

-¿Por ejemplo?

-Todas muy sencillas, no hay que volverse loca: tu familia, tus amigos, la buena comida, los buenos compañeros de trabajo… Eso es lo verdaderamente importante: conservar y cuidar el mundo de los afectos, que desgraciada y torpemente muchas veces dejamos abandonado o descuidado. Y no es que no me importen las cosas que pasan en el mundo, ni tampoco que no sea consciente de las cosas negativas que pasan en el mundo de la política y de ese empeño nuestro en destrozar el planeta. Me importan, pero lo que hago es procurar que todas esas preocupaciones no me alteren el sistema nervioso. Y, para conseguirlo, a favor tengo que nunca me han gustado las discusiones, y ahora todavía mucho menos.

-¿Qué no se consiente?

-Caer en la tentación de quedarme anclada en los recuerdos del pasado. Tengo la suerte de poder mirar hacia atrás y encontrarme con muchos buenos momentos vividos, y con mucha gente querida, pero no me quedo ahí aunque claro que echo de menos a las personas que se han ido marchando para siempre. Tengo muy claro que lo importante realmente es el presente, ni siquiera el futuro porque vete tú a saber qué va a ser de ti. El presente es lo que hay que cuidar.

-¿Qué no ha sido nunca?

-Nunca he querido ser artista desde por la mañana hasta por la noche, eso no va conmigo; no me atrae nada ir de artista las veinticuatro horas del día, como tampoco soy yo de acudir a esos eventos a los que hay que ir muy arreglada y al final terminan doliéndome mucho los pies. Yo, en mi casa estoy divinamente. Lo que a mí me gusta de verdad, y a eso sí que me entrego, es llegar al teatro, ponerme el disfraz de personaje, salir al escenario a mostrárselo al público e intentar gustarle. Por lo demás, lo que ahora me propongo procurarme a mí misma es sosiego. Como todo el mundo yo también tuve mi época de ir a todo como una moto, pero ya se quedó atrás hace muchísimo tiempo. Y estoy en la gloria.

«No es bueno no dejarse ayudar y no abrirte a los demás. Sí es muy bueno querer y que te quieran, y eso hay que trabajárselo»

Familia

María Garralón da vida a una anciana en la obra de Fulgencio Martínez Lax, quien explica sobre la historia que ha escrito que «estamos ante una familia formada por una madre viuda (Isabel), un hijo desestructurado (Javier) y una abuela (Adela) que empieza a dar síntomas de confusión y olvido propios de la vejez antes de emprender el último viaje.

-¿Qué le gustó de su personaje?

-El texto es maravilloso, aunque le reconozco que a mí, al principio, eso de hacer de abuela… [risas]. ¡Además, hacer de una abuela que ya tiene un nieto talludito, porque es que yo tengo hijos de la edad de Víctor Palmero, que hace de mi nieto Javier en la obra [risas]! Mire, ‘Háblame’ es una obra de teatro de toda la vida, con personajes de carne y hueso y sin fuegos artificiales. Son tres personajes con vidas difíciles pero que, con mucho amor y mucha ternura, intentarán no renunciar a ser felices. Yo me emociono mucho, la verdad, haciendo esta función. El título lo dice todo, ‘Háblame’, porque es cierto que no nos contamos las cosas, que no sacamos lo que llevamos dentro y eso termina haciéndonos daño. Mi madre decía: «Hay que sacar las cosas de adentro, que si no se enconan, se te enconan en el hígado y eso es malísimo». No es bueno no dejarse ayudar, no es bueno no abrirte a los demás. Sí es muy bueno quererse y que te quieran, y eso hay que trabajárselo.

Fuente: La verdad