jueves, 24 de mayo de 2018
El título de este post es llamativo pero excluyente, lo reconozco. En cada trabajo televisivo del recientemente fallecido Antonio Mercero había una presencia constante. Prácticamente en todas sus series y mediometrajes aparece una actriz a la que sería precisamente él quien le daría la oportunidad de demostrar su versatilidad. Hablar del Mercero televisivo supone hablar, inevitablemente, de María Garralón.
Aunque sólo fuera por aquel precioso pero difícil papel de Julia en «Verano Azul» ya merecería la pena comentar la complicidad entre ambos pero si repasamos su carrera nos daremos cuenta de que esa química tuvo que ser inmediata y desde ahí se inició una de las relaciones profesionales más estables (y bellas) de nuestro panorama audiovisual… aunque quizás sea una de las menos comentadas.
Desde el principio la carrera de María está asociada a la de este entrañable creador de emociones. Su primer crédito (lo que no significa que fuera su primer papel) es en una obra de Mercero, «Los pajaritos» en 1974. Y ese mismo año también apareció en otro de aquellos geniales mediometrajes que se realizaban para competir en festivales televisivos internacionales, «Don Juan», en la foto es la segunda empezando por la derecha, junto a otra jovencísima actriz que todavía estaba empezando pero ya era una musa del cortometraje español, Carmen Maura. Por supuesto, este trabajo también tenía firma merceriana.
Muy contento debió quedar el director porque el siguiente año contó de nuevo con ella en dos trabajos distintos. El primero, la película «Manchas de sangre en coche nuevo», que estaba protagonizada por José Luis López Vázquez, actor principal de «Este señor de negro», el segundo proyecto en el que colaborarían los tres en la misma temporada. Esta vez María tenía ya un papel más importante, de hecho era un rol fijo y con cierta enjundia, la empleada de la joyería del señor del título. El personaje pasó a la historia en un memorable capítulo como la primera soltera embarazada de nuestra tele.
En 1979 se inicia el rodaje de una de las series más populares de todos los tiempos. Era un proyecto de Mercero y esta vez se había reservado para María un papel muy especial. La serie, por supuesto, era «Verano Azul» y ella era Julia, una mujer con una historia de superación (no quiero hacer spoilers, no sea que alguien TODAVÍA no la haya visto) que se convierte en la amiga y cómplice de aquellos chavales que veraneaban en Nerja. Su emisión en la temporada 1981-82 fue todo un acontecimiento que debería haber convertido a a la actriz en una estrella… pero no fue así. A pesar de haber intervenido en decenas de dramáticos (únicos o seriados) de todos los géneros, María no ha alcanzado la categoría de prima donna, ni falta que le hace porque pertenece a ese grupo excepcional de secundarios (o actores de reparto, que suena mejor) que hacen grandes sus intervenciones por pequeñas que sean.
En 1983 Mercero y Garralón volvieron a unirse en un mediometraje con ecos «veranoazulianos» del que hablaremos próximamente, «El pueblo sumergido», una peliculita pensada para el público infantil y que formaba parte de una iniciativa europea. Aquí se unían dos variables habituales en el trabajo de Mercero: la ecología y, cómo no, María que a estas alturas ya era integrante fija de sus repartos.
Y como tal, era lógico que en el regreso del realizador a TVE tras una etapa cinematográfica ella también reapareciera. Fue en 1986 y para la Segunda Cadena con «Turno de oficio», una de las series más comprometidas de la época. Confío en su amiga para un papel complicado. María aceptó el reto y aprovechó la ocasión para demostrar que dominaba el drama tanto como la comedia. De nuevo asumía un rol inédito hasta esa fecha, el de una mujer maltratada por su marido que finalmente se atrevía a denunciarlo.
En 1991 Mercero dirigía su primer trabajo para una televisión privada, Antena 3 y, qué sorpresa, Garralón tendría papel fijo en «Farmacia de Guardia», ¿quien no recuerda a la agente de la policía María de la Encarnación y su «para dentro, Romerales»? Era un personaje nada dulce, muy lejana quedaba aquella Julia de veraneo en Málaga, sabía adaptarse a géneros y ritmos bien distintos.
Hace unos días vimos como la actriz acudía al tanatorio donde se velaba el cadáver de su amigo. Era evidente el dolor que le había causado la noticia. Y no es para menos, posiblemente ningún director ha cuidado de ella tanto como Mercero lo hizo durante más de tres décadas.
Fuente: Carta de Ajuste.