Una nueva pandilla inicia su andadura entre las paredes del Azcona. Duna, Carlos, Max, Leo, Montse y Serpa, son nuestros nuevos compañeros. No hace ni cinco días que han comenzado las clases y la pandilla ya está metida en líos. Aprovechando la ausencia de Alfredo en el laboratorio, mezclan un montón de productos químicos. Pero el experimento se les va de las manos, y cuando Tere se acerca al laboratorio y abre la puerta, una densa nube de humo blanco sale de golpe, provocando que la directora caiga contra el suelo. Rápidamente, el caos y el pánico inundan el colegio.
Paralelamente, Max invita a medio colegio a su fiesta del bikini en la piscina de su gran chalé. Junto a su amigo Serpa, se las ingenian para colocar una videocámara en el baño de las chicas y así, poder espiar cómo ellas se ponen el bikini.
En la casa de los Bermejos esperan la llegada del sobrino de Luis, Martín, que acaba de salir de un Centro de Menores. Los rumores en el Azcona sobre qué delito ha cometido «el nuevo» corren de boca en boca. Si es un asesino, si es un atracador, … Todo un ambiente de misterio e incertidumbre envuelve a este chico que intenta olvidar su mala experiencia en este centro.
Por su parte, Luismi ha comenzado sus clases en la Universidad. Sin que lo sepan sus padres, está estudiando Historia, ya que no quiere seguir los pasos de su padre y hacer Económicas. Luismi no tiene el valor suficiente para decirles la verdad: incluso, Sara cree que sus padres sí lo saben. Pero para Luismi hay algo más importante, su amigo César, que sigue en el hospital sin salir del coma tras su fatídica caída en el mar. Luismi quiere que todo sea como antes, ni siquiera le apetece hacer amigos, daría cualquier cosa porque la pandilla volviera a estar unida.
Por lo que a los profesores se refiere, Lucía ha tenido todo el verano para meditar sobre su futuro y sus sentimientos hacia Alfredo, y ha tomado una decisión: va a confirmar sus votos perpetuos. Lucía invita a todos a la ceremonia, sin embargo Alfredo prefiere no acudir.
Tras pasar diez días en un balneario, la relación entre Félix y Marisa es cada vez más sólida. Esto hace que el hijo pequeño de Marisa, Emilio, se preocupe por su madre y pida a Félix que le explique las intenciones qué tiene con ella. Félix, flipado con el niño, se lo cuenta a Marisa. Ésta está de acuerdo con su hijo, deberían formalizar su relación e irse a vivir juntos. A Félix le parece todo muy precipitado, está muy reciente lo de su enfermedad. Este desacuerdo provoca una discusión entre lo racional y lo pasional del amor. Lógicamente, Félix opta por lo primero y Marisa por lo segundo.
En construcción
Javier pone en marcha la investigación con el fin de esclarecer si algún alumno del Azcona tuvo algo que ver con la paliza de Alfredo. La pandilla no se toma nada bien que los interroguen como si de criminales se tratasen. Por eso Duna les hace jurar un pacto: nadie inculpará a nadie. Sin embargo, parece ser que Martín tiene todas las papeletas de convertirse en el principal sospechoso.
Por su parte, Martín recibe la inesperada visita de su padre. El chico quiere marcharse con él. Todo el colegio sabe que ha estado en un centro de menores y la situación es insoportable. Para colmo, no puede llevar una vida normal, ya que el hecho de estar en libertad vigilada, le supone tener siempre a sus espaldas a una asistente social.
Luismi con el apoyo de la APA, ha presentado un proyecto a la Consejería de Educación para crear una red de bibliotecas entre todos los colegios del barrio. Pero esta buena idea choca con la negativa de Tere. No está dispuesta a que el colegio se gaste un duro más, aunque la Consejería conceda una subvención. El enfrentamiento entre Tere y la presidenta de la APA está asegurado. Luismi, por su parte, trata de convencer a Sara y al resto de la pandilla para que vayan a ver a César.
Félix se pone manos a la obra con la mudanza. Por fin se ha decidido y se va a vivir a casa de Marisa. A Bego no le hace gracia que su tío les abandone. Pero lo que más le duele es que de la noche a la mañana se convierta en un padre para Cristina, a la que no soporta por nada del mundo. Una vez instalado, Félix tiene que sudar la gota gorda para que Emilio, Carlitos y Cristina le obedezcan. Pasan olímpicamente de él.
La convivencia de Lucía en casa de Jose no es como ella esperaba. La idea que tiene Jose de salir por las noches y enrollarse con un tío y si te he visto no me acuerdo, choca de lleno con los pensamientos de Lucía. Al fin y al cabo hace dos días se iba a convertir en monja, y no puede cambiar de chic de un día para otro.
Gustavo propone a los más pequeños un trabajo para subir nota. Cada uno hará una obra de arte moderno que tendrá que explicar, y todas se expondrán en la sala de un museo. Lolo y Carlitos no entienden muy bien eso de que un cuadro con un fondo negro y un rayujo valga tanto dinero y encima, se le pueda llamar arte.
Alfredo no está muy por la labor de conformarse con la hipótesis de Javier, de que el culpable no pertenece al colegio. Sigue en sus trece de que su agresor iba a por él. Ya en clase, harto de que los chavales jueguen con los móviles, decide requisar los teléfonos de Duna y Max. Cuando habla con los dos en su despacho, Max se pone violento con él y Alfredo le expulsa unos días del colegio. Para sorpresa de la pandilla, Duna está de acuerdo con Alfredo. Max se pasó quince pueblos con el «Manoplas».
Max confiesa a su mejor amiga, Duna, que no es oro todo lo que reluce. Aunque sus padres sean famosos y tenga pasta para aburrir, siempre está solo con su hermano pequeño. No se preocupan de él, lo arreglan colmándole de regalos caros. Le pide a Duna que no se lo cuente a nadie que sea un secreto de los dos.
Lucía y Alfredo deciden formalizar su relación y, ¡por fin son novios!. Pero ella quiere ir paso a paso. No quiere precipitarse. En muy poco tiempo su vida ha dado un giro de 180 grados y prefiere hacerlo a su manera, despacio. Alfredo accede plácidamente. Por otro lado, Lucía cuenta a Alfredo que no entiende las relaciones tan esporádicas que mantiene Jose con los tíos. Ambas defienden distintos estilos de vida.
Con la llegada del Euro en el 2002, el Azcona ha organizado unas jornadas para que tanto alumnos como profesores se familiaricen con la moneda única. A cada uno le corresponden 24 euros y pueden usarlos para sus compras habituales en el colegio y en los establecimientos del barrio. El hecho de tener dinero en la mano, hace que muchos se lo gastan rápidamente, como es el caso de Jimi. Pero la cabeza pensante de Cristina aparece en el momento justo, que mete al chaval en un lío de falsificación de billetes, aunque se traten de euros de mentira.
Lolo no se lo puede creer. Su padre le ha conseguido una prueba para jugar en el Atleti. Luis sueña en que algún día su hijo se convierta en una estrella del fútbol. Pero a Lolo lo que le gusta es el ajedrez y no dar patadas a un balón. Padre e hijo se llevarán más de una sorpresa con esto del balón-pie.
Tras la subvención de la Consejería para el proyecto de conectar por red a todas las bibliotecas del barrio, Luismi se encarga desde entonces de la biblio del colegio. Para potenciar la lectura entre los más pequeños, Luismi organiza un juego con el libro «La Isla del Tesoro». Los capítulos del libro están repartidos por el colegio. Cada capítulo contiene una pista para llegar al siguiente. Y así hasta el tesoro. Lo que en un principio parecía una actividad educativa se convierte en una mera competición por conseguir un premio.
Luis no sabe cómo afrontar las deudas que tienen alguno de sus clientes antes de que llegue su jefe. Para solucionar el problema cuelga un cartel con nombre y apellidos de los más morosos. Entre ellos figuran Javier y Tere. A la directora del Azcona le parece que no son formas de remediar el asunto, ya que la ponen en evidencia delante de todo el mundo.
Alfredo sigue obsesionado con averiguar la identidad de su agresor. Él y Tere, sin contar con la opinión de los demás profesores y de los padres de los alumnos, instalan un sistema de cámaras de seguridad en el colegio. Cuando Rocío, en representación de la APA, y Marisa se enteran, montan en cólera. Para la profesora de Literatura, estas cámaras son un atentado contra la libertad de la persona y aprovecha una de sus clases para leer algunos fragmentos de la novela «1984» de George Orwell, donde el protagonista Winston Smith se siente vigilado todo el día por cámaras. Duna no quiere sentirse sometida de esta manera y es preciso, por ello, que todos hagan algo para volver a ser libres. La chica arrastra a toda la pandilla a luchar en contra de las cámaras.
Ya fuera de las clases, Duna también tiene otra preocupación, mucho más personal. Su padre se largó de casa siendo ella una niña. Duna está empeñada en conocerle. Sin embargo, su madre, prefiere que las cosas sigan como están y no rebusque en el pasado. Duna, acompañada de Carlos, emprende rumbo en busca de su progenitor.
Cristina, como otras muchas, tampoco puede resistirse a los encantos de Martín. Con el truco de «enséñame a jugar al billar», y con el aliciente del alcohol, Cristina se abalanza hacia Martín y le besa. Pero para sorpresa de ella, él la rechaza. Es una niña todavía. Cristina se marcha llorando y descarga toda su rabia cuando llega a casa borracha. Le cuenta a Marisa que ha estado con Martín bebiendo y que él la ha besado. Vamos, que le da la vuelta a la tortilla. Marisa no puede creer lo que oye.
El invierno ha llegado al Azcona, y con él, el frío. Pero si a esto se le añade una calefacción rota, el frío llega al extremo de la congelación. El que más o el que menos, tiene que asistir a clases con abrigo, guantes, bufanda, etc. Tapados hasta las orejas. Duna que no soporta las injusticias de este calibre y no puede esperar a que vengan a arreglar la dichosa caldera, propone a sus compañeros hacer algo para remediarlo. Como salir al patio y coger un bidón de la calle, meterle basura y prenderle fuego para hacer una fogata. Pero esto no les da resultado, ya que Tere y Marisa les pillan. La explicación que les da Tere sobre por qué no puede encenderse la caldera, convence a todos. El quemador de la caldera falla, y si lo encienden, podría haber peligro de intoxicación. Sin embargo, hay una persona que no se va a quedar de brazos cruzados esperando a que llegue la dichosa pieza de la caldera.
Lolo está encantado con los padres de Desiré. Le llevan a esquiar, a montar a caballo, y a comer. Rocío cree que deberían agradecérselo de algún modo y quiere invitarlos a cenar. Pero a Lolo le da vergüenza que comparen su caserón con su pequeña casa. Lo mejor será invitarles a un restaurante. Por sugerencia de la madre de Desiré van a «El Bogavante», uno de los restaurantes más caros de la ciudad. Rocío no tiene más remedio que aceptar, a pesar de que a Luis no le haga ni pizca de gracia eso de pagar una pasta por una cena, y menos todavía, ir con traje y corbata.
Luismi harto de sus padres, prefiere pagar un alquiler y vivir en la buhardilla de Jose, aunque tenga que soportar al cara dura de Javier. La relación entre Luismi y Sara no puede ir mejor. Sara ha reservado la suite de un hotel para pasar la noche juntos. Pero lo que parecía ser la noche más especial para la pareja de tortolitos termina como el rosario del aurora.
Al mismo tiempo, Marisa prepara unas dinámicas sobre Inteligencia Emocional. Cada uno de los alumnos dirá lo bueno y lo malo de un compañero suyo. Todos se lo toman como un juego. Sin embargo, Duna se lo toma como un ataque personal contra su persona. Sus amigos están cansados de que siempre les esté metiendo en movidas.
Parece ser que Alfredo ha recordado algo importante sobre la paliza. Él estaba en lo cierto. El agresor le conocía, le tiró los exámenes. El tipo sabía que él era profesor. Por ello, quiere reabrir personalmente la investigación. Está convencido de que la paliza se la dio un alumno. Javier cree que está demasiado obsesionado, incluso, le da a entender que es posible que se inventara lo de la paliza. Este comentario crispa los nervios de Alfredo y en un arrebato le da un puñetazo. Alfredo se ha metido en un buen lío.
El anónimo amenazante que recibió Bego trae desconcertado a Alfredo. Aunque delante de ella le ha quitado importancia, Alfredo no se despega ni un momento de ella. La lleva al colegio y la recoge a la salida. (Recordar que Alfredo está sancionado de empleo y sueldo después de propinar un puñetazo a Javier). Está situación paranoica de Alfredo, le ha hecho que deje un poco de lado a Lucía. Jose le aconseja que no se corte y se lance. Si Mahoma no va a la montaña, que la montaña vaya a Mahoma.
Los malos recuerdos del centro de menores, vienen constantemente a la cabeza de Martín. No puede apartarlos de su mente. Por su parte, Duna no quiere saber nada de la pandilla después de la última movida. Ni corta ni perezosa propone a Martín irse de pellas todo el día. Juntos corren una breve pero intensa aventura de meterse en un camión de bollos y ponerse morados de pastelitos y salir por patas cuando el conductor los pilla. Pero al llegar la noche, los recuerdos vuelven a sacudir la mente de Martín. Sin comerlo ni beberlo se ve metido en una pelea por defender a Duna, y su comportamiento es tan agresivo que la chica se marcha horrorizada.
Marisa se propone dejar de fumar. Durante el día lo lleva mejor, pero cuando llega a casa no lo soporta más, y lo único que le apetece es fumarse un pitillo. Félix le ha escondido todos los paquetes de tabaco, y no tiene más remedio que ir a comprar a un bar. Félix se entera de su debilidad, lo que provoca una discusión entre la pareja.
El pobre Max no liga ni a la de tres. Para colmo su mejor amigo, Serpa, no sabe cómo lo hace, pero cada día está con una. Sin duda, a Max le mola Leo, pero cuando se entera que Montse, está coladita por Serpa, no le importará inventarse cualquier historieta para montárselo con la chica. Pero el que mal anda, mal acaba, y a Max le saldrá el tiro por la culata.
Lucía propone a los más pequeños una actividad, en la que por parejas, uno tendrá que enseñar al otro aquello que mejor sepa hacer, y viceversa. A Lolo le ha tocado Emilio. Él lo tiene muy claro, le enseñará a jugar al ajedrez, mientras que Emilio, hará de Lolo todo un hombre. Ni uno ni otro consiguen sus objetivos. Pero ya sabéis que en este colegio, de toda actividad se aprende algo.
Lucía sigue siendo tan solidaria como siempre con los más desfavorecidos. Su relación a través de una ONG con los grupos marginales hace que entre en contacto con Diego, un ex drogadicto que fue encarcelado por varios atracos y que ahora acaba de salir de prisión. Lucía le ofrece ayuda para que el joven se adapte a su nueva vida. Alfredo, por su parte, le brinda su vivienda, pero Lucía observa que su novio desconfía de su amigo y que, en realidad, no quiere acogerle.
Desde que Martín se instaló en la casa de Luis y Rocío, el joven mantiene una relación distante y casi enfrentada con su tío. Luis pone impedimentos a todo lo que se relaciona con su sobrino, tanto es así que se niega a que el chico suba su bicicleta a casa y, como consecuencia de su intransigencia, se la roban. Rocío, que siempre actúa de mediadora para que Martín salga bien parado, intenta conseguir un sobresueldo con la venta de productos de belleza a domicilio y así poder comprar una nueva bici.
Luismi recibe una llamada del hospital y se dirige inmediatamente al centro en el que se encuentra su amigo César. Éste lleva mucho tiempo en coma y ahora empieza a salir de su estado vegetativo. Sin embargo, a pesar de recuperar la conciencia, los médicos creen que le pueden quedar secuelas graves del accidente. Luismi está muy preocupado por la salud de su amigo y, a ésta inquietud, se une el enfrentamiento continuo entre él y Javier. Esta rivalidad viene provocada desde que Luismi se fue a vivir con Jose, la administrativa del Azcona con la que Javier mantiene esporádicos encuentros sentimentales.
«Compañeros» cuenta con la colaboración de Pilar Bayona, actriz que interpretó durante los años sesenta numerosas películas de humor y que, junto a su hermana Emilia, formaba el mítico dúo de gemelas Pily y Mily. La veterana actriz interpreta a la madre de Leo. A la joven le encanta bailar, pero no puede dar clases de danza porque la economía familiar no pasa por un buen momento. Máx se declara a ella y como su poder adquisitivo es mayor intentará ayudarla para que pueda ir a las clases.
Marisa se marcha a Estados Unidos dejando a Félix con todas las responsabilidades de su nuevo hogar. La Literatura es la materia que más apasiona a Marisa y por ello lleva mucho tiempo investigando sobre la vida y obra de Luis Cernuda. Como experta, le han ofrecido impartir unos seminarios acerca del poeta andaluz en Estados Unidos. Es una oportunidad única que la profesora no quiere dejar pasar y, pese a las responsabilidades que deja en Madrid, decide aceptar. Para Félix no va a ser nada fácil, ya que tendrá que ocuparse, de la casa, de su trabajo y de Cristina, Carlitos y Emilio. Sin embargo, y a pesar de que su relación con los tres niños no es muy buena, él se hará cargo de todo para que Marisa pueda evolucionar profesionalmente.
Max, el chico que siempre tiene ideas nuevas para poner algo de diversión en la rutinaria vida del Azcona, invita a todos sus amigos a un chalet que sus padres tienen en el campo. Allí juegan y cuentan historias de miedo. Max y Serpa preparan una broma para divertirse, provocan un apagón de luz y los chicos deciden bajar a la primera planta de la vivienda para ver qué es lo que pasa. Escuchan un ruido y entran a unos pasadizos dónde explota un petardo que asusta a todos. Como consecuencia del estruendo, Leo cae a una cavidad a la que es difícil acceder. Su rescate resulta complicado, ella resulta herida y Max se siente culpable del accidente.
Los profesores del Azcona organizan una dinámica de grupo con los más pequeños. El hambre y la explotación que sufren los niños en países tercermundistas en comparación con la situación que viven aquellos que habitan en países desarrollados es el tema a tratar. Dos aulas son utilizadas como representación de ambos mundos: en «el aula de arriba» los alumnos dispondrán de una gran cantidad de comida, mientras que «en el aula de abajo» los niños que la ocupen tendrán que trabajar para poder comer. La clase más desfavorecida acabará rebelándose para acabar con las desigualdades.
César ha salido del coma y Luismi, que desea recuperar a su amigo de siempre, está muy ilusionado con su mejoría. Sin embargo, se decepcionará mucho al descubrir que César no recuerda a la antigua pandilla debido a la amnesia parcial que sufre. Además, César sufre crisis respiratorias que ponen en peligro su vida. Luismi no está pasando por un buen momento ya que, al mal estado de su amigo, se suma la racha de enfrentamientos que tiene con Javier, como consecuencia de la relación que ambos mantienen con Jose, la secretaria del Azcona.
Cada día que pasa, Lucía lo tiene menos claro. La relación que llevan ella y Alfredo no es como la de una pareja normal. Alfredo trata de hacerle ver que algún día tendrá que enfrentarse a la realidad, con él o con otro tendrá que mantener relaciones sexuales. Pero si la confianza que tiene Lucía en él es poca, desaparece totalmente cuando se entera que Alfredo se ha ido de marcha con Óscar y Javier a una discoteca.
Rocío ha cogido la gripe. Hace falta que una persona se ponga enferma para que se den cuenta de lo importante que es su trabajo. Tere pide a Jose y Luismi que se encarguen de las funciones de Rocío. Pero la ausencia de la bedela se nota tanto que el colegio es todo un caos. Los baños no funcionan, falta material, y Tere tiene todo el día a dos pintores detrás de ella. La directora del Azcona no lo aguanta más y hace todo lo posible para que Rocío vuelva.
Martín recibe una inesperada visita. Su peor enemigo en el centro de menores, Fer. Martín no puede olvidar lo mal que se lo hizo pasar en el internado. Todos esos malos recuerdos vuelven aflorar en la mente de Martín. Duna percibe su miedo, y lo mejor que puede hacer es enfrentarse a él. Fer le propone dar un golpe en el bar de su tío. Sin embargo, el chico va más lejos. El interés que muestra Cristina por él y el «pedo» que llevan los dos encima, es aprovechado para que Fer intente sobrepasarse. Menos mal que Martín llega a tiempo y lleva a Cristina, sana y salva, a su casa. Pero para Martín no acaban aquí los problemas, Fer se presenta a la noche siguiente en el bar para llevarse las pelas de la caja.
Carlos trata de remendar su error ante Duna al no haber bajado a socorrerla cuando estuvo atrapada en la cueva. Tuvo miedo, pero quiere hacerle ver que la quiere y que lo es todo para él. Carlos le regala una pulsera con una inscripción grabada. Duna no se entusiasma mucho ante esa muestra de amor. ¿Quizás su corazoncito alberga a otra persona?
Después de dar tanto la vara, Max ha conseguido que Leo salga con él. Está claro que tanta persistencia tenía que tener una recompensa. Sin embargo, la jugarreta que tramaron él y Serpa de grabar a las chicas mientras se cambiaban de ropa en la fiesta del bikini, tendrá sus consecuencias. Tras rondar por todo el colegio, la dichosa cinta llega a manos de Leo y Duna. Movida asegurada.
Lucía acompañada de una ex prostituta, muestran en clase un vídeo sobre la situación de las prostitutas y el servicio que se las ofrece desde una organización de ayuda. La pandilla, en vez de solidarizarse con la causa, acude a un parque frecuentado por prostitutas para cotillear. Una vez allí, los chicos se meten con ellas. El chulo se cosca y sale detrás de ellos. Con tan mala suerte que en la huida Montse se separa del grupo. Debido a su color de piel, ya que el sitio es pateado por chicas de su mismo color, un cliente la confunde con una prostituta. Gracias a la ayuda de una prostituta, Montse se deshace del hombre. En el trayecto al metro, la mujer le cuenta, también negra, los motivos que la llevaron a prostituirse.
Desde que Marisa se marchó a EEUU, todo es un desastre en casa. Aunque Félix le diga que todo va viento en popa, la realidad es bien distinta. Félix no puede compatibilizar sus clases con hacerse cargo de los niños y de las tareas de la casa. Eso de hacer a la vez la comida, hablar por teléfono, planchar y estar atento a una partida de ajedrez, le desborda totalmente. Hasta se queda dormido en clase. Rocío le ve tan agobiado que decide echarle una mano en casa. Aunque Félix, en un principio, rehusa de su ayuda, después no puede prescindir de la colaboración de la bedela.
Parece que desde que Duna lo ha dejado con Carlos, hay un acercamiento entre ella y Martín. Cuando Rocío los ve en casa estudiando, se alegra de la felicidad de su sobrino. Sin embargo, pronto esta felicidad se verá de nuevo truncada, cuando aparece una pintada en el colegio amenazando a Alfredo. Todas las miradas se dirigen hacia él. Duna, es la única, que le defiende ante la pandilla. Alfredo estaba en lo cierto, uno de los alumnos del Azcona fue su agresor.
El padre de César ha tomado una decisión. Se lleva a su hijo a Almería. Allí ha contratado a una persona que se encargará de su cuidado, mientras, él podrá seguir trabajando. Pero el colmo de los colmos, es cuando Luismi se entera que en un momento de desesperación, el padre ha abandonado a César en la habitación de un hostal.
Jimi tiene una gran duda. Ahora que se ve más solo que la una, no sabe cuál de las tres chicas (Nadia, Bego o Cristina) le gusta más. Por tanto y optando por la opción más cómoda, prefiere que sean ellas las que se pongan de acuerdo para ver quién de las tres se queda con él. ¡Se aceptan apuestas!
Martín está ingresado en el hospital a causa del atropello que sufrió. El padre de Martín no tiene dudas, fueron los hijos del hombre que Martín atropelló cuando atracó la joyería. Aunque en el juicio dejaron claro que había sido un accidente, sus hijos no lo entendieron así. Por su parte, Rocío sigue con la mosca detrás de la oreja, algo le dice que su cuñado oculta algo. Y nuestra Rocío, por supuesto, no esta dispuesta a quedarse sentada y de brazos cruzados.
Luismi busca un centro de rehabilitación para César tras el abandono de su padre. Sin embargo, no es tarea fácil. Su asistencia es cara y compleja. Sólo hay un centro dedicado al daño cerebral que sea público y la lista de espera es interminable. El resto de centros son privados y piden una pasta por su ingreso. Luismi no quiere dejar en la estacada a César como lo hizo su padre, y aunque sea ilegal acogerlo en su casa a espaldas de la asistencia social y sin tener la tutela para decidir por él, prefiere estar en esa situación a desinteresarse de él por completo. Su fiel amigo y profesor en el pasado, Félix, quiere ayudarle. Lo mejor que puede hacer por César y por él mismo es llevarle a un centro donde esté atendido, aunque no sea específico para su problema.
Con la pintada del colegio, el cerco para descubrir quién dio la paliza a Alfredo se va cerrando. Parece ser que Alfredo estaba en lo cierto, su agresor fue un alumno. Por ello, la policía reabre la investigación. Revisarán las taquillas de los alumnos a ver si encuentran alguna pista que les lleve a la identidad del culpable. ¿Adivinad quién tiene todas las papeletas de convertirse, por undécima vez, en presunto culpable de la agresión al Manoplas?
Una nueva profesora en prácticas, Patricia, hace estragos entre los adolescentes del colegio. Pero quien está más encandilado e incluso, enamorado de ella, es Serpa. Seguro que se las ingenia para ligar con ella. Este chico es un «Don Juan».
Si Félix no se apaña sólo en casa sin Marisa, tampoco lo lleva mejor en sus clases. Los chavales se aburren con sus charlas teóricas. Con Marisa todo era diferente, sus clases eran más dinámicas y amenas, llegaban a hacer representaciones de las obras literarias. Félix suelta su perorata y hasta la próxima clase. Sin embargo, el Bacterio, pronto cambia de actitud. Basándose en lo que decía Unamuno, que toda persona es personaje y su vida puede ser objeto de una novela, manda a los chicos un trabajo donde cuenten la historia de su vida.
Martín está de nuevo en un centro de menores. Es culpable de la agresión a Alfredo. Rocío y Duna están convencidas que él es inocente. Rocío echa en cara a Alfredo el error que han cometido con su sobrino. Por su parte, Duna visita a Martín en el centro de menores. No puede rendirse sin más, buscarán un abogado, él es inocente.
Ahora en el centro, las tornas han cambiado. Con la libertad de Fer, Willi, el compañero de habitación de Martín, se ha convertido en el nuevo cabecilla del centro.
Cristina va de mal en peor. El final de la primera evaluación da sus últimos coletazos, y Cristina tiene siete suspensos. Félix cree conveniente que la chica visite al psicólogo del colegio. Sin embargo, Cristina no está muy por la labor, ella no está loca. La situación se desborda de tal manera que Félix pilla a Cristina en casa semidesnuda y fumando marihuana con un amigo. Cristina harta de tanto control decide marcharse a vivir con su hermana Isabel hasta que regrese Marisa.
Lucía recibe la visita de una religiosa, amiga suya. Caridad, que así se llama la monja, se despide de ella porque se va a Tanzania. Está muy feliz, es siempre lo que ha querido hacer. Esto da que pensar a Lucía, no sabe qué ha hecho con su vida, dejó sus votos para estar con Alfredo y ahora su relación no va bien por sus miedos a afrontarla de verdad.
A través de una revista del corazón, Max se entera que su padre se ha liado con una jovencita. El colegio se llena de paparachis en busca y captura de alguna declaración de Max. El chico lo pasa francamente mal, sobre todo porque no quiere que la noticia llegue a oídos de su hermano pequeño.
Todos en el Azcona tienen la oportunidad de dejar grabado en una videocámara cómo le gustaría que fuera su colegio ideal. Profesores y alumnos pasan por esta especie de «videomatón» para grabar sus sugerencias.
Martín, acusado de la agresión de Alfredo, no aguanta el ambiente que se respira en el Centro de Menores y decide escaparse. Duna le ofrece su apoyo incondicional y los dos se dirigen hacia Oporto (Portugal), donde pretenden coger un barco que les lleve a Londres.
El viaje es una sucesión de problemas, por lo que deciden pedir ayuda a su amigo Max. Él se lo cuenta a Carlos y a Leo y los tres se dirigen hacia el pueblo salmantino donde se encuentran sus dos amigos. Para ellos la amistad es muy importante y no les pueden fallar.
Al anochecer, Martín y Duna llegan a un pequeño pueblecito donde deciden hacer noche en una iglesia. La policía los busca sin descanso y ellos lo saben. El chico no quiere meter en líos a Duna y le ruega que llame a su madre para dar por terminada la escapada. Ella no quiere dejarle sólo y prefiere continuar la aventura. Para que su amiga no se implique más en el asunto, Martín decide entregarse a la policía. Sin embargo, antes del amanecer la policía los localiza y toma posiciones bajo la iglesia. Duna se entrega, pero Martín no aguanta la tensión e intenta suicidarse desde el campanario de la iglesia.
Alfredo, a lo largo de toda la temporada se ha sentido amenazado por un alumno del Azcona. La policía inicia una investigación para encontrar al culpable de la agresión y las amenazas anónimas. Hasta ahora, siempre se ha culpado a Martín por sus antecedentes y su afición a la pintura. Sin embargo cualquiera del Azcona podía haber cometido el delito.
César permanece en el centro de discapacitados que le buscó Luismi. El gerente de la residencia le ha comentado que a pesar de que su amigo está progresando mucho, podría avanzar más en un centro específico para lesiones cerebrales. Lucía, junto con Luismi se ponen a buscar nuevos centros y encuentran una beca para una residencia privada. Sin embargo, César no reúne los requisitos necesarios para acceder. Además, Luismi no quiere revelar que su padre le abandonó por las consecuencias que esto puede traer a su mejor amigo. Félix y Lucía se enteran de este hecho y deciden denunciar a Julián por abandono.
Con la llegada de las Navidades, Félix espera ilusionado el regreso de Marisa. Por fin va a poder descansar de las cargas familiares que han caído sobre él. Carlitos, Emilio y él están preparando la cena de Nochebuena cuando llega la profesora. El reencuentro entre los niños y la profesora es muy emotivo, sin embargo ella se muestra distante con Félix, al que exige explicaciones sobre la marcha de Cristina. La niña no quiere volver a casa si Félix sigue viviendo con ellos y Marisa le pide al profesor que se marche durante un tiempo.
Lucía y Alfredo se han convencido de que lo mejor que les ha podido suceder a los dos es conocerse. Han conseguido superar las diferentes crisis por las que han pasado, debido a sus diferentes formas de ver la vida y ahora los dos quieren estar juntos y comenzar una nueva relación. Alfredo sorprende a Lucía y le pide que se case con él.
La pandilla de los más jóvenes del Azcona se han comprometido con el proyecto «Los vigilantes del planeta». Su intención es concienciar a todos los miembros del colegio, de la necesidad de ahorrar energía. Para ello apagarán todas las luces que creen que no son necesarias, precintarán los baños y llenarán la cisterna de objetos para que nadie los utilice y así ahorrar agua.